sábado, 17 de noviembre de 2007

iNmOrTaLiDaD MaTeRiALiStA



A veces las teorías y conocimientos científicos resultan más sorprendentes, más fascinantes y más sugerentes que la más fantasiosa de las elucubraciones religiosas... Estaba leyendo el otro día el ameno y pedagógico libro de Bill Bryson, Una breve historia de casi todo, un atípico manual de divulgación científica, cuando me topé con el fragmento que cito a continuación:

"Son también (los átomos) fantásticamente duraderos. Y como tienen una vida tan larga, viajan muchísimo. Cada uno de los átomos que tú posees es casi seguro que ha pasado por varias estrellas y ha formado parte de millones de organismos en el camino que ha recorrido hasta llegar a ser tú. Somos atómicamente tan numerosos y nos reciclamos con tal vigor al morir que, un número significativo de nuestros átomos (más de mil millones de cada uno de nosotros, según se ha postulado), probablemente pertenecieron alguna vez a Shakespeare. Mil millones más proceden de Buda, de Gengis Kan, de Beethoven y de cualquier otro personaje histórico en el que puedas pensar (los personajes tienen que ser, al parecer, históricos, ya que los átomos tardan unos decenios en redistribuirse del todo; sin embargo, por mucho que lo desees, aún no puedes tener nada en común con Elvis Presley).
Así que todos somos reencarnaciones, aunque efímeras. Cuando muramos, nuestros átomos se separarán y se irán a buscar nuevos destinos en otros lugares (como parte de una hoja, de otro ser humano o de una gota de rocío). Sin embargo, esos átomos continúan existiendo prácticamente siempre. Nadie sabe en realidad cuánto tiempo puede sobrevivir un átomo pero, según Martin Rees, probablemente unos 10 (elevado a 35) años, un número tan elevado que hasta yo me alegro de poder expresarlo en notación matemática".


En realidad, lo que describe Bill Bryson puede considerarse como una suerte de versión materialista de la idea de inmortalidad. Y en realidad, si lo pensamos un poco, esta propuesta no es tan diferente de la de Platón.

Seguramente protestarás por mi comparación y considerarás que la casi indestructibilidad de los átomos que describe Bryson y su permanente redistribución y dispersión por todo el Universo no puede identificarse con lo que queremos decir al referirnos a la inmortalidad del alma. Y es que hay algo que falta en la hipótesis de Bryson: la permanencia de la identidad personal.

En efecto, podrás decir: "¿De qué me sirve que al morirme mis átomos permanezcan pero pasen a formar parte de la atmósfera, del océano, de un melocotón, de un hipopótamo o del presidente del gobierno de Canarias en el año 2100? Lo importante es que yo no estaré: yo, con mis ideas y creencias, con mis recuerdos, con mi carácter y mi modo de ver la vida... Eso no es una genuina inmortalidad".

Y sin embargo, con Platón ocurre otro tanto. Al final de su obra La República, se cuenta cómo las almas, al morir el cuerpo, tienen la posibilidad de contemplar las Ideas, sin el lastre ya que el cuerpo supone, y que, antes de volver a encarnarse en un cuerpo diferente, antes de "caer" en otra cárcel, beben del río Ameles, sito en "la llanura de Lete", circunstancia que provoca un súbito olvido de todo lo aprendido en vida.

De tal forma que el alma que se ha reencarnado en un nuevo ser también ha perdido su identidad personal: sus ideas y creencias, su carácter, sus sentimientos, su forma de ver la vida. A lo sumo, podrá recordar lo contemplado en el mundo inteligible, las Ideas, pero conservará nada de lo relativo a su identidad personal.

Así las cosas, Platón no está tan alejado de la física moderna...

Pero, en realidad, sea como fuere, yo me pregunto: ¿Quién quiere ser inmortal? Creo que nadie quiere morir, pero... ¿significa eso que lo que realmente queremos es no morir nunca: ser inmortales? Puede que alguna vez hayas pensado en ello, aunque sea de refilón, con ocasión de alguna película o conversación...

Piensa en lo que implicaría la inmortalidad sensu estricto, con la permanencia de tu "yo", de tu identidad personal... Piénsalo y responde:

¿Aceptarías (sin posibilidad de devolverlo nunca) ese "don" o "lastre", si te fuera concedido: el don -o lastre- de ser inmortal?


7 comentarios:

Dracón el filósofo dijo...

Yo no lo aceptaría, pues ¿para que quiero ser inmortal, con el tono catastrofista que están adquiriendo las cosas?.

Prefiero mejor que la muerte llegue cuando tenga que hacerlo, y no aceptaría seguir viviendo hasta el fin de los tiempos, ya que aparte de aburrirte, pues ya lo habrías visto todo sobre la tierra (Nieve, desiertos, cebras marinas....), no te serviría de nada.

Lo que si me gustaría es tener la invulnerabilidad del cuerpo, es decir, que por mucho que te apuñalen, te disparen o te hagan daño, no mueras, pero sí que te puedas morir de viejo.

(Vamos, justo al contrario que los elfos del Señor de los Anillos)

Anónimo dijo...

¡Hola! Pues yo a la pregunta añadiría, aparte de lo de la inmortalidad, tener la eterna juventud. Porque no creo que nadie quiera ser inmortal siendo una momia decrépita.

Es curioso, pero he estudiado mucho acerca del mito del vampiro en la literatura y el folklore mundial y una de las cosas por la que nos atrae es precisamente su inmortalidad y juventud eternas.

De todos modos, fuere como fuere, no me gustaría ser inmortal porque tendría que ver cómo van muriendo mis familiares y amigos. Y seguro que después de ver tantas muertes y tantos horrores a lo largo del tiempo, me acabaría convirtiendo en un ser insensible ¿Eternidad sin sentimientos? No, gracias.

Además, viendo como está el panorama... Seguro que si los bancos se enteran de mi inmortalidad se inventan una hipoteca eterna también... :-P

Carse dijo...

Efectivamente la mayoría de las personas prefieren no morir pero, dudo que esto signifique que quieran ser inmortales. El rechazo de la muerte , básicamente, se debe a porque es incomprensible para nuestra mente y a los seres humanos lo desconocido nos da pánico (salvo excepciones). Seguro que más de uno ha sido incapaz de comprender algo y darlo por imposible: "A mí esto no me entra y punto". A mí por ejemplo me pasa con las relaciones trigonométricas, nunca me "entraron" en la cabeza y ahora le tengo pánico cuando me veo obligado a usarlas en física...Algo parecido pasa con la muerte y la inmortalidad, nuestra mente es incapaz de razonar qué pasa cuando nos llega la hora. Asimismo pasa con la inmortalidad, no tenemos ni idea de que podría pasar si fueramos inmortales: consecuencias, forma de vida, vejez extrema(¿?), etc.

Por todo esto mi respuesta es NO, no aceptaría ser inmortal, pero no de forma contundente, pues tampoco aceptaría morir...por miedo(¿miedo a qué? no lo sé).

Anónimo dijo...

¿Ser o no ser inmortal? Ufff... Que dilema!!!.
Yo creo que elegiría la mortalidad, ya que, apoyándome en lo que citó una vez Savater, "no hemos de preocuparnos de vivir largos años, sino de vivir los satisfactoriamente". ¿De qué me serviría vivir para siempre si mi vida está vacía. Me aterra la idea de estar aquí siempre, viendo como mueren los que me rodean. Aunque reconozco que me produce un cosquilleo en el estómago, el poder vivir tantos años, simplemente por saber como será el ser humano, en que aspectos habrá evolucionados, que nuevas teoría científicas y avances se producirán. Nada más por conocer todo esto, me sacrificaría (¡¡¡Es que soy muy curioso!!!).Así que, si me dieras a elegir entre esas dos opciones, AnDrÉs, me encontraría en un verdadero dilema, en el cual entraría en conflicto mis ansias de saber ( no sé si se considera como un valor que tenga cabida los dilemas) y el no ver morir a mi gente.

Por cierto, he sido un maleducado. No he pedido permiso para comentar, por lo que pido perdón, pero es que estaba navegando por ahí,cuando vi la página , y decidí entrar. Y me gustó tanto tu pregunta, que no pude resistirme. Además, no sé si se ha dado cuenta, pero soy uno de sus alumnos de 4ºA
:P, pero prefiero quedarme en las sombras, y que no se sepa mi identidad.

Raquel Espino dijo...

Buenas tardes!:
¿Quién no lo ha pensado alguna vez eso de ser inmortal? Creo que hay muy pocas personas que no lo hayan hecho.

Yo sí y no lo aceptaría a ver me explico.

Si lo aceptaría porque supondría vencer unos de mis mayores miedos y penas, que es el dejar de ser yo en medida de lo que soy y enfrentarme a lo que todos llamamos muerte, ósea dejar de ser yo o quizás como defienden otros que tu alma salga de la cárcel en la cual le ha tocado vivir (el cuerpo) y olvidarte de que has vivido anteriormente.

Y no lo aceptaría porque de qué te sirve ser inmortal si todo lo que tú amas no lo es. Sería uno de los mayores castigos que le podrías hacer a alguien, ya que debe ser duro ver como todos aquellos que te aprecian van desapareciendo y pasan a formar parte de ese enigma de la no vida (la muerte).

AnDrÉs dijo...

¡Vaya, interesantes respuestas!

Si lo pensamos a la ligera, es probable que todos optemos por la senda misteriosa de la inmortalidad.

Y sin embargo, tras pensarlo un poco, la cosa no está tan clara. Resumo los argumentos que han salido:

a)Sería aburridísimo, llegaría un día en que ya nada nos sorprendiera, en que nada hubiera ya nuevo sobre la faz de la tierra (Dracón).

b)¿Para qué vivir envejeciendo eternamente? (Hinaiseki). Savater coincide con ella: "deberíamos temer más a la vejez que a la muerte: porque la muerte suprime todos los malos que nosafligen, así como el deseo o la conciencia de bienes y placeres de los que ya no podremos gozar; en cambio la vejez se lleva los placeres pero deja intacto el apetito insatisfecho por ellos, además de aportar dolores y humillaciones inéditos (pag.62)".

c) La inmortalidad nos salva a nosotros pero no a nuestros seres queridos, a quienes vemos morir eternamente (Hinaiseki, anónimo, helena de troya).

No obstante, la hipótesis no deja de ser tentadora. A todos les atrae algo de ella: la invulnerabilidad (dracón), la eterna lozanía (hinaiseki), la posibilidad de eludir eso que a nadie cabe en la cabeza: la muerte (carse y helen de troya), la curiosidad por el futuro del hombre (anónimo)...

Fantásticas reflexiones.

Les recomiendo 2 libros sobre el tema:

En primer lugar, otro del amigo Savater: "La vida eterna", sobre Dios, las religiones, la muerte y la posibilidad el más allá. De ahí procede la cita que hago en este comentario.

En segundo lugar, un clásico de la filosofía española: "Del sentimiento trágico de la vida" (Miguel de Unamuno), en el que se confronta su anhelo de creer en la inmortalidad del alma y su pesimismo ante una razón que no le ofrece ninguna prueba de ello.

Libros para el verano, o para Navidad... si aún no han escrito la carta a los reyes ¡aún hay tiempo!.

Saludos a todos.

AnDrÉs dijo...

Por cierto, anónimo, no tienes que pedir permiso... El blog no es sólo para los alumnos de bachillerato.

Sólo existe un requisito y tú lo cumples: tener curiosidad.

Un saludo.