sábado, 24 de noviembre de 2007

¡CoNgRaTuLaTiOn bLaSíLoFoS!


Los chicos de Blasílofos han superado ya sobradamente las 1000 visitas...

¡Y vean lo lejos que ha llegado la noticia!

Pues nada, este post no tiene otro objetivo que el de felicitarles por lo bien que va la marcha del blog "Blasílofos".

Para los que aún no lo hayan visitado, les enlazo aquí con un recopilatorio que ha hecho Aquilino de todas las entradas anteriores. Sirve para hacerse una idea aproximada en un par de minutos de lo que han podido hacer en apenas dos meses.

¡A seguir así y a por las 2000!

miércoles, 21 de noviembre de 2007

SoY DiOs




"Hola gente,


Propongo una cosa: Demuestrame que yo NO soy Dios.


Exacto, no has leído mal. La persona que me demuestre que no soy Dios será invitada por mí a una cena. El restaurante lo elegirá quien me haga ver que no puedo ser Dios. No consideraré válidas afirmaciones tipo: "No eres Dios porque Dios no existe", etc. Tiene que ser una respuesta razonada e innegable.


P.D: El profesor también puede participar.

Buena suerte"
.



Sí, han leído bien... Todos pensábamos que era un alumno de 2ºD de bachillerato del IES Blas Cabrera Felipe y que su nombre era Carlos Seijas. Pero parece que no. Hemos estado viviendo en un error.

O acaso no, quién sabe. El hecho es que Carlos (o Dios) nos reta a todos los terrícolas y demás especies que visiten este blog a demostrarle fehacientemente que él no es Dios.

Recibir un mail con la divinidad como remitente pidiéndome un espacio en este modesto blog ha sido todo un halago. Por otra parte, creo que el reto que se nos plantea puede ser interesante. Y ello por las siguientes razones:

a) El otro día salió en clase el término escolástica. Creo que los argumentos que puedan surgir de este debate pueden llegar a alcanzar cierta semejanza con los de los teólogos y filósofos que tanto marearon durante siglos el concepto "Dios".

b) Si conseguimos desenmascarar al interlocutor que se oculta bajo el nick "case" y demostramos que no es otro que el alumno Carlos Seijas, entonces quien lo haga tendrá derecho a una cena gratis por cortesía del susodicho.

c) Si nadie consigue demostrar que Carlos es Dios, entonces... siempre habrá sido emocionante haber discutido contra Dios.

En definitiva, que no tenemos nada que perder.

Les digo lo mismo que Carlos (o Dios):

Buena suerte.

sábado, 17 de noviembre de 2007

iNmOrTaLiDaD MaTeRiALiStA



A veces las teorías y conocimientos científicos resultan más sorprendentes, más fascinantes y más sugerentes que la más fantasiosa de las elucubraciones religiosas... Estaba leyendo el otro día el ameno y pedagógico libro de Bill Bryson, Una breve historia de casi todo, un atípico manual de divulgación científica, cuando me topé con el fragmento que cito a continuación:

"Son también (los átomos) fantásticamente duraderos. Y como tienen una vida tan larga, viajan muchísimo. Cada uno de los átomos que tú posees es casi seguro que ha pasado por varias estrellas y ha formado parte de millones de organismos en el camino que ha recorrido hasta llegar a ser tú. Somos atómicamente tan numerosos y nos reciclamos con tal vigor al morir que, un número significativo de nuestros átomos (más de mil millones de cada uno de nosotros, según se ha postulado), probablemente pertenecieron alguna vez a Shakespeare. Mil millones más proceden de Buda, de Gengis Kan, de Beethoven y de cualquier otro personaje histórico en el que puedas pensar (los personajes tienen que ser, al parecer, históricos, ya que los átomos tardan unos decenios en redistribuirse del todo; sin embargo, por mucho que lo desees, aún no puedes tener nada en común con Elvis Presley).
Así que todos somos reencarnaciones, aunque efímeras. Cuando muramos, nuestros átomos se separarán y se irán a buscar nuevos destinos en otros lugares (como parte de una hoja, de otro ser humano o de una gota de rocío). Sin embargo, esos átomos continúan existiendo prácticamente siempre. Nadie sabe en realidad cuánto tiempo puede sobrevivir un átomo pero, según Martin Rees, probablemente unos 10 (elevado a 35) años, un número tan elevado que hasta yo me alegro de poder expresarlo en notación matemática".


En realidad, lo que describe Bill Bryson puede considerarse como una suerte de versión materialista de la idea de inmortalidad. Y en realidad, si lo pensamos un poco, esta propuesta no es tan diferente de la de Platón.

Seguramente protestarás por mi comparación y considerarás que la casi indestructibilidad de los átomos que describe Bryson y su permanente redistribución y dispersión por todo el Universo no puede identificarse con lo que queremos decir al referirnos a la inmortalidad del alma. Y es que hay algo que falta en la hipótesis de Bryson: la permanencia de la identidad personal.

En efecto, podrás decir: "¿De qué me sirve que al morirme mis átomos permanezcan pero pasen a formar parte de la atmósfera, del océano, de un melocotón, de un hipopótamo o del presidente del gobierno de Canarias en el año 2100? Lo importante es que yo no estaré: yo, con mis ideas y creencias, con mis recuerdos, con mi carácter y mi modo de ver la vida... Eso no es una genuina inmortalidad".

Y sin embargo, con Platón ocurre otro tanto. Al final de su obra La República, se cuenta cómo las almas, al morir el cuerpo, tienen la posibilidad de contemplar las Ideas, sin el lastre ya que el cuerpo supone, y que, antes de volver a encarnarse en un cuerpo diferente, antes de "caer" en otra cárcel, beben del río Ameles, sito en "la llanura de Lete", circunstancia que provoca un súbito olvido de todo lo aprendido en vida.

De tal forma que el alma que se ha reencarnado en un nuevo ser también ha perdido su identidad personal: sus ideas y creencias, su carácter, sus sentimientos, su forma de ver la vida. A lo sumo, podrá recordar lo contemplado en el mundo inteligible, las Ideas, pero conservará nada de lo relativo a su identidad personal.

Así las cosas, Platón no está tan alejado de la física moderna...

Pero, en realidad, sea como fuere, yo me pregunto: ¿Quién quiere ser inmortal? Creo que nadie quiere morir, pero... ¿significa eso que lo que realmente queremos es no morir nunca: ser inmortales? Puede que alguna vez hayas pensado en ello, aunque sea de refilón, con ocasión de alguna película o conversación...

Piensa en lo que implicaría la inmortalidad sensu estricto, con la permanencia de tu "yo", de tu identidad personal... Piénsalo y responde:

¿Aceptarías (sin posibilidad de devolverlo nunca) ese "don" o "lastre", si te fuera concedido: el don -o lastre- de ser inmortal?


sábado, 10 de noviembre de 2007

¿eXiStE eL aLmA?

Entré a clase, escribí en la pizarra "ALMA", y les pregunté: ¿qué es el alma? ¿con qué rasgos la describirían? Se trataba de introducir la teoría platónica del alma, su dualismo antropológico y su teoría de la reminiscencia (de la que aún no hemos hablado). Entre todos, fue llenándose la pizarra con rasgos característicos del alma:

-inmaterial
-aespacial
-inmortal
-vinculada a los sentimientos
-vinculada a nuestra personalidad

Roland preguntó-afirmó si pertenecía el alma al mundo de las Ideas. Efectivamente, para Platón, así es. De hecho, los tres primeros rasgos señalados por los alumnos son también propios de las Ideas.

Luego pregunté: ¿cuántos creen en "algo más", en "otra vida", después de la muerte? Pocos, seis.

Y a continuación: ¿y cuántos en el alma? Algunos más, nueve. Tres o cuatro alumnos tenían dudas; creían en el alma pero no en su inmortalidad.

Así pues, decidimos dar dos definiciones de alma. La primera de ella consideraba el alma como una realidad, principio o entidad constitutiva del hombre y dotada de los cinco rasgos arriba señalados. La segunda concepción del alma, en cambio, se limitaba a considerarla una especie de motor o principio de vida y movimiento: aquello que animaba (dotaba de "anima", de vida) al cuerpo.

La primera concepción del alma, que incorpora una dimensión casi divina (que le confiere un don en principio exclusivo de los dioses: la inmortalidad), es la que va a defender Platón. La segunda concepción, la del alma como un soplo de vida, como un principio de animación del cuerpo (y que por tanto desaparece y se extingue con el propio cuerpo) es la que va a defender su discípulo, Aristóteles.

¿Y el resto de alumnos? ¿No creían en el alma? No. ¿Cómo explicaban entonces aquella dimensión del ser humano señalada por el resto de compañeros y a la que el concepto "alma" daba respuesta: los sentimientos y la personalidad?

"Son sólo reacciones químicas en el cerebro" -dijo Raquel.

Reacciones químicas, conexiones neuronales o -como dice Aquilino en Blasílofos citando a Francis Crick- "una banal fusión de neuronas en el cerebro"... A eso se reduciría el alma.

Así pues, antes de comenzar el debate, he querido poner un poco de orden resumiendo lo principal de las diferentes posturas que han salido: el dualismo antropológico de corte platónico, la concepción intermedia o inmanente de Aristóteles y, finalmente, la postura del monismo materialista.
Finalmente, en un comentario al post anterior, Laura ha abierto la puerta a un tema interesante: ¿es compatible la creencia en el alma con la teoría de la evolución de Darwin y con la teoría del Big Bang? O en un plano más general: ¿consiguen los últimos descubrimientos y teorías científicas dar al traste con (refutar) las creencias religiosas tradicionales?

Me gustaría que leyeran esta nota de prensa y trataran de contestar qué opina la primatóloga Jane Goodall acerca de las preguntas formuladas en el párrafo anterior. Traten de responder también a lo siguiente: ¿con cuál de las tres posturas que hemos señalado en relación a la existencia del alma crees que se identifica esta darwinista convencida? Y por último: ¿cuál es tu postura? Y como pide Aquilino: ¿por qué? Espero que ofrezcan cada uno de ustedes buenos y convincentes argumentos.