Entré a clase, escribí en la pizarra "ALMA", y les pregunté: ¿qué es el alma? ¿con qué rasgos la describirían? Se trataba de introducir la teoría platónica del alma, su dualismo antropológico y su teoría de la reminiscencia (de la que aún no hemos hablado). Entre todos, fue llenándose la pizarra con rasgos característicos del alma:
-inmaterial
-aespacial
-inmortal
-vinculada a los sentimientos
-vinculada a nuestra personalidad
Roland preguntó-afirmó si pertenecía el alma al
mundo de las Ideas. Efectivamente, para Platón, así es. De hecho, los tres primeros rasgos señalados por los alumnos son también propios de las Ideas.
Luego pregunté: ¿cuántos creen en "algo más", en "otra vida", después de la muerte? Pocos, seis.
Y a continuación: ¿y cuántos en el alma? Algunos más, nueve. Tres o cuatro alumnos tenían dudas; creían en el alma pero no en su inmortalidad.
Así pues, decidimos dar dos definiciones de alma. La primera de ella consideraba el alma como una realidad, principio o entidad constitutiva del hombre y dotada de los cinco rasgos arriba señalados. La segunda concepción del alma, en cambio, se limitaba a considerarla una especie de
motor o principio de vida y movimiento: aquello que
animaba (dotaba de
"anima", de vida) al cuerpo.
La primera concepción del alma, que incorpora una dimensión casi divina (que le confiere un don en principio exclusivo de los dioses: la inmortalidad), es la que va a defender Platón. La segunda concepción, la del alma como un
soplo de vida, como un principio de animación del cuerpo (y que por tanto desaparece y se extingue con el propio cuerpo) es la que va a defender su discípulo, Aristóteles.
¿Y el resto de alumnos? ¿No creían en el alma? No. ¿Cómo explicaban entonces aquella dimensión del ser humano señalada por el resto de compañeros y a la que el concepto "alma" daba respuesta: los sentimientos y la personalidad?
"Son sólo reacciones químicas en el cerebro" -dijo Raquel.
Reacciones químicas, conexiones neuronales o -
como dice Aquilino en Blasílofos citando a Francis Crick-
"una banal fusión de neuronas en el cerebro"... A eso se reduciría el alma.
Así pues, antes de comenzar el debate, he querido poner un poco de orden resumiendo lo principal de las diferentes posturas que han salido: el dualismo antropológico de corte platónico, la concepción intermedia o
inmanente de Aristóteles y, finalmente, la postura del monismo materialista.
Finalmente, en un comentario al
post anterior, Laura ha abierto la puerta a un tema interesante: ¿es compatible la creencia en el alma con la teoría de la evolución de Darwin y con la teoría del Big Bang? O en un plano más general: ¿consiguen los últimos descubrimientos y teorías científicas dar al traste con (refutar) las creencias religiosas tradicionales?
Me gustaría que leyeran
esta nota de prensa y trataran de contestar qué opina la primatóloga Jane Goodall acerca de las preguntas formuladas en el párrafo anterior. Traten de responder también a lo siguiente: ¿con cuál de las tres posturas que hemos señalado en relación a la existencia del alma crees que se identifica esta darwinista convencida? Y por último: ¿cuál es tu postura? Y como pide Aquilino: ¿por qué? Espero que ofrezcan cada uno de ustedes buenos y convincentes argumentos.